domingo, 10 de junio de 2012

Caracas


Caracas, mi Caracas como te quiero como te odio, tus calles rotas y sucias pintadas del rojo derramado por tus falsos hijos, tus casitas de cartón que se arrugan con la lluvia, donde los sueños huyen de las balas. Pero debajo de petare y de las mercedes, de la riqueza y de la pobreza, de la izquierda y de la derecha, hay personas, algunas que se aferran a tus calles otras que están locas por irse.

Personas que suben y bajan cientos de escalones para tocar un violín, y otros que los esperan para quitarles lo del pasaje, están quienes sueñan con mejorar y los que usan polvos y humo para soñar, los que con guitarras hablan de cambiar, los que te suplican que por algún bando vayas a votar, quienes creen es mayor problema es la moda de los zapatos que acaba de cambiar o que se ponen la misma cresta que el de al lado para expresar su individualidad y los que no tienen idea de si podrán volver a su casa.

Todos convivimos aquí bajo la sombra del Ávila, marchamos por futuros distintos pero por las mismas calles, creemos en dioses distintos pero en una misma cuadra hay una sinagoga, una mezquita y una iglesia, y muy cerca hay una casa hecha de luz que un grupo de barbaros se empeñan en ver arder, donde los sueños envejecen esperando en el trafico de la hora pico.

Pero en las calles se escuchan los buenos días, bajo la tierra hay gente que se apoya en su bastón para que otros se sienten, el taxista aun busca conversación, las plazas se llenan de libros y de músicos, los semáforos están llenos de circos portátiles de 30 segundos que sobreviven con unas pocas monedas tanto como las armas automáticas se los permitan.

Es que eres un contraste de ciudad mi querida Caracas, que quien se para y deja un puesto en el metro luego no reconoce el verde del rojo, los rayados son invisibles, y la única pintura blanca en el suelo que se puede ver es para marcar donde termino uno de tus hijos, al parecer nadie te aprecia hasta que no te tiene, pero cuando se van no dejan de hablar de lo bella que eres, eres como la Madrid de Sabina insoportable pero también irremplazable, que por mas que me encantaría no lidiar con tus problemas no tengo ni la menor intención de irme, eres mi hogar y mi corazón esta aquí.
Supongo que parafraseare a Sabina de nuevo, pues cuando la muerte me visite deseo lo mismo que el, no me despierten, estoy bien aquí a la sombra del Ávila, con las guacamayas y la lluvia, en esta loca ciudad que se ha convertido en mi hogar.