sábado, 31 de enero de 2015

El barco

Martita no puede dormir. Está dando vueltas en su sleeping. Quiere mentirse, decir que no duerme por el cuento, que teme ver el barco, y acercarse a la luz. Pero sabe que no es por eso, sabe que piensa en David, aun a sus tiernos diez años sabe que piensa en David.
            David es el guía del campamento y es perfecto en los ojos de Marta. La pobre niña no lo sabe pero está sintiendo los primeros estragos del amor, allí cuando es puro, cuando no nota el físico de David si no su voz, no su altura si no sus ojos no su palabrería si no su capacidad de contar historias.
            Las historias de David son legendarias entre los chamos del plan vacacional del club Puerto Azul. Todos desde el primer día esperaban la historia que David contaría la última noche, en la fogata, a la orilla de la playa, con el Mar Caribe de testigo. ¿Qué clase de fantasmas saldrían de su garganta para asustarlos?,¿Qué tipo de demonio vendría a la playa a comerse a los niños malos mientras duermen?.
            De pronto Martita piensa en el cuento, de verdad recuerda el cuento. La perfección de David sale de su cabeza y se enfoca en el barco que quizás flote entre los yates. Se da cuenta que no puede dormir y como el club es seguro de noche se escabulle y para dar una vuelta. David no lo nota, ella lo ve de reojo: se metió en la cama con una de las guías. Martita no sabe los detalles pero su corazón se rompe, sus padres no le mintieron, ella sabe que no hay cigüeña y que lo que están haciendo es cosa de adultos.
            Afuera de la zona del campamento algo la jala hacia los muelles. Supongo es la necesidad de superar el miedo al barco del cuento, superar el miedo a la historia de David y quizás, instintivamente, quiere con eso superar a David.
            Le tiemblan las piernas mientras sus pasos la dirigen como autómata hacia el muelle, recuerda los detalles del cuento:
Resulta que por allá cuando el mar y la montaña se unieron para devorar a la guaira (así lo describió David) un barco se había alejado de los muelles del club jalado por las caóticas mareas. En el barco iba un padre con sus dos niñas, un hombre amable que se había quedado durmiendo en el Barco para ahorrarse lo de la habitación. El barco se fue lejos. Unos años después llego flotando, los guardias lo amarraron al muelle y entraron. El motor no podía funcionar por que se había llenado de piedras, dentro del barco consiguieron dos juegos completos de huesos, los forenses reconocieron que eran los huesos de las niñas. La carne la separaron de los huesos con los dientes. Hambre.
El padre no fue conseguido, la teoría de los forenses fue que se había arrojado al mar para aliviar el dolor cuando noto lo que la desesperación lo llevo a hacer. Pero el horror no terminaba allí, al parecer antes de que se pudiesen llevar el barco del club este desapareció. La familia donó los restos a la UCV para poder olvidarse de la tragedia, nadie hizo las pesquisas de ver qué pasó con el barco y el crimen se olvidó.
Pero pareciera que el Barco aparece de vez en cuando por los muelles, y siempre que pasa hay alguna tragedia. Una de las veces un niño se resbaló en el trampolín y murió con un golpe en la cabeza. La siguiente un surfista se estrelló contra las rocas y murió tratando de nadar a la orilla. La más reciente, una chica nadadora la jaló una de las bombas de agua de la piscina, su brazo se atoró y murió mientras su padre trataba de darle respiración bajo el agua.
Martita sigue caminando hacia los muelles mientras recuerda la sonrisa macabra en la boca de David mientras describía aquellas muertes horribles. De verdad era un profesional en eso, todos los niños temblaban de miedo e incluso algunos de los guías, uno podía oler el miedo en el sudor del aire.
Ella no se detiene a pensar en lo solitario que esta el club, normalmente hay gente caminando en él a todas horas. Llega a los muelles y ve algo raro, un barco. Un barco lleno de barro como si lo hubiesen volteado en la arena, tiembla. El barco es de esos que tiene una puerta muy visible en la cubierta, se puede ver la putrefacción en la madera, aun con la pintura blanca típica de los barcos del club.
Martita da dos pasos hacia atrás, el terror la invade. Al correr se resbala, golpea su cabeza con el borde del muelle y cae al agua, sus brazos no responden, no puede nadar. Finalmente se queda dormida.
Amanece, David no ve a Marta Gonzáles al pasar la lista, la buscan y no la encuentran. Aparece durante la tarde, uno de los hombres que pesca con arpón la confunde con un pez, solo puede respirar cuando le dicen que ya se había ahogado cuando la atravesó con su arma.
Un par de personas dicen que vieron el barco.                 

 David no volvió a contar cuentos de miedo.